FINAL DEL VERANO 2010

Escrito por José Ruiz Almendros el 14 de diciembre de 2010 0 comentarios

El verano se nos va definitivamente y yo he de terminar estas reflexiones porque los barcos están listos para zarpar. Las Nieblas del otoño se acentúan sobre las lonas de las naves y ya apenas si encontramos golondrinas en nuestros viajes de aprovisionamiento. Recapitulo las últimas notas de mis apuntes de campo y las pongo en limpio en este cuaderno de bitácora donde vuelco mis experiencias.

El verano del Membrillo me recuerda que durante el estío no solo vivimos de la luz sino que también nos hemos encontrado con el calor. Es mas, si fuese riguroso, tendría que definir la primavera como la estación de la luz (que es cuando todo el mundo vegetal estalla y sube) y el verano, (que es cuando el mundo animal se despereza y explosiona), como la estación del calor. Por eso, y porque ya los días son mucho mas cortos y el retroceso de la luz salta a la vista, hoy quiero hablar de mi encuentro con el calor.

¿Que pasa con el calor? ¿Que hace?

Lo primero que se ve es el dilatarse de los cuerpos. El calor acelera el ritmo de vibración de los átomos, los ablanda y los estira, ensancha los espacios intercelulares, crea huecos entre ellos por lo que permite la extravasación de líquidos y hace posible que los cuerpos puedan moldearse sin quebrarse. A mi mente acuden las imágenes de las inflamaciones corporales, de la herrería y la forja de las espadas.

En esta amalgama de imágenes los casos son muy diferentes: El hierro se calienta y se enfría, pero el hierro no asimila el calor. Digamos que lo empapa como una bayeta absorbe el agua. Así como el trapo se penetra de ella en todos sus poros pero esa agua sigue siendo un objeto externo a esa bayeta, lo mismo veo que sucede con el calor que ínter penetra los entresijos del hierro….

El mineral empapa el calor pero el no se combina con el calor, siguen siendo dos elementos diferentes perfectamente identificables por separado. A lo sumo podríamos decir que el hierro se disuelve en el calor como el azúcar en el agua, pero cada uno sigue siendo cada uno.
Lo mismo se me antoja que sucede con las plantas. Todas las plantas necesitan un determinado grado de calor para desarrollarse, unas más y otras menos, pero ellas no asimilan el calor como lo hacen con la luz. El calor, más o menos, es un medio donde ellas trabajan su transformación con la luz.

¿Puedo encontrar acaso un elemento que metabolice el calor como las plantas lo hacen con la luz?... me pregunto y la respuesta me salta a la vista con estas pegajosas moscas de principios de otoño a las que es imposible echarlas del camarote. El mundo animal vive y se desarrolla en el calor a la vez que el mismo genera calor. La simbiosis de las plantas y la luz es la que percibo entre los animales y el calor.

Recuerdo los montones de compost arrinconados en los huertos y la cantidad de gusanos que proliferan en sus entrañas atraídos por el calor interior. En el verano todas las variedades de insectos y animales comienzan a desarrollarse y vivir y en general toda la escala animal se desarrolla desde los meros invertebrados unicelulares de sangre fría en si mismos pero que anidan en el calor del medio, hasta los animales superiores donde el calor interior es muy alto y casi rozan con la individualidad.

De nuevo vuelve al alma el pensamiento primero: Cuando la materia Inoculada de Verbo cósmico estuvo suficientemente preparada y fue capaz de asimilar el calor surge en el mundo la vida animal y con ella aparecen los diferentes grados de conciencia y la escala de capacidades para ocupar el espacio y llenar el tiempo en el que se desarrollan.

Hasta ahora vivíamos en el espacio, a partir de ahora comenzamos a interferir en el tiempo. La conciencia, o sea la capacidad de captar el entorno y aprovecharse de el, se ha sumergido en la materia por la acción del calor y aparece la carne física que desprende calor físico y mas tarde las actitudes emocionales que desprenden calor emocional como elementos nuevos en la superficie terrestre lo mismo que antes fue la madera y los frutos productos de la luz.

¿Quien fue primero la madera o la carne? O ¿acaso fue la madera quien derivo de la carne? No lo se. Y me pregunto: ¿Por que no pudieron ser inicios diferentes?....
Tradicionalmente se dice en el mundo de la evolución que de lo mineral surge lo vegetal y de este lo animal y por ultimo en el final de la cadena lo humano o visto desde el punto de vista de la conciencia primero seria lo inconsciente del mundo mineral, luego el subconsciente vegetal, después la conciencia animal y por ultimo la autoconciencia humana.

Mas si nos atenemos directamente a lo que vemos sin especular demasiado yo puedo apreciar el mundo mineral y observo dentro de el una evolución desde los elementos mas informes y masificados hasta los cristales mas perfectos ( véase el ejemplo del carbón al diamante) y me pregunto asombrado: ¿Como de estos va a surgir lo vegetal? ¿Como de repente se va a deformar un diamante o cualquier tipo de cuarzo cristalizado para poder transformarse en vida vegetal?...
Por otra parte el hierro es el mismo elemento en la piedra que en la acelga que en la sangre, y el calcio el mismo calcio en el alga que en los huesos y sin embargo en la planta los minerales están cargados de vida y en el animal de conciencia y aunque materialmente sea la misma molécula, en la realidad nada tienen que ver el uno con el otro y en la mayoría de los casos hasta son incompatibles.

¿Entonces…..?

Para mi el secreto esta en los orígenes de la materia, en aquellos elementos primeros donde todo esta informe y tan solo el logos primero vibra sobre el infinito caos. Entonces la Palabra inoculada en la materia virgen hace que ella se movilice y una parte se canalice por la línea de lo mineral, otra se transforme y se haga capaz de captar la luz y aparezca la vertiente vegetal y otra sea capaz de hacer lo mismo con el calor y florezca lo animal, a partir de ahí cada proceso avanza y se desarrolla hacia los planos mas perfectos de los reinos por donde transitan.
La obscuridad es propia de la tierra, la luz y el calor son energías que llueven sobre ella emanadas por el sol. El mineral es propio del planeta y se desarrolla en la obscuridad, la vida es característica del espacio y se desenvuelve con la luz y lo animal es propio del tiempo y aparece y se desarrolla con el calor.

Dejo que mi imaginación vuele y rehaga en el sueño la imagen del Feto cósmico compuesto por esa sopa de materia preparada sobre la que caen los primeros elementos de vida traídos por los espermatozoides universales en forma de cometas que tras la fecundación se ponen en movimiento originando una especie de cigoto o blástula planetaria donde todo se encuentra en potencia pero nada es lo que será y desde donde se diferencian los distintos reinos de tal modo que el mas avanzado recibe y recoge las virtudes del anterior aunque de manera transformada.
En la planta vive la rigidez de lo mineral y su composición pero transmutado y adaptado al nuevo ser de tal manera que aparecen los huecos necesarios alrededor del tronco por donde puede correr la sabia y asentarse la vida allá arriba dentro de cada una de las hojas. En el animal lo mineral y su rigidez se transforma en estructura ósea capaz de almacenar huecos donde se colocan las glándulas regidoras de la vida por medio de las encimas y con la energía sobrante se construye otro sistema nuevo, el nervioso, con nuevas formas de actuación y nuevos elementos capaces de dar cabida a la manifestación de la conciencia.

La luz se hace hoja flor y fruto en la planta, en el animal se hace sistema glandular y sentidos asentados en las materias que el calor le proporciona… ¿Y el hombre…? Este es otro de los misterios: ¡como aparece la autoconciencia, el sentimiento del yo y el mundo de las ideas…! pero ahí es donde se inicia la aventura humana y para experimentarla hemos de salir a navegar y para descubrirla tengo todo el otoño.

Las nuevas puestas de sol, la luz, el calor y la brisa indican por todos los rincones del tiempo y el espacio que el verano ya se ha terminado. Comienzan las prisas por iniciar las faenas del otoño y nosotros hemos de levar anclas y poner rumbo a las honduras. Es hora ya de volver a la aventura por este mar nuevo de la conciencia que se ha abierto ante nosotros. Dejo la escritura y marcho donde me espera la tripulación, es hora de soltar amarras.


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