El Hombre, la Evolución y las Estaciones.

Escrito por José Ruiz Almendros el 10 de febrero de 2009 2 comentarios

Soy consciente de que el titulo es ampuloso, rimbombante y tan amplio que bien pudiera decirse aquello de “Pariuntur montes et nascitur ridiculus mus” pero como está en relación con lo que voy a escribir lo dejo así. Mas para no ser pretencioso voy a alejarme de cualquier teoría que pretenda explicarme el origen de todo cuanto me rodea porque al fin y al cabo no dejan de ser opiniones (que mañana pueden ser borradas como ha sucedido con lo que nos creíamos ayer) y me pongo a observar las cosas y ha realizar mis propias reflexiones sobre lo que observo. Si bien no seré el primero en hacer estas observaciones ni todas serán solo mías, al menos todas habrán sido elaboradas y trabajadas por mí. Si me equivoco para mi se queda y si acierto pueden convertirse en un camino por el que avancen quienes las compartan conmigo.

Veo que existe Vida y la distingo por sus cualidades y acciones del mundo mineral o físico y observo que cuando la vida incide sobre el mundo mineral este se transforma en vegetal, el reino donde lo vivo explota con todo su esplendor. Lo que vive es capaz de comunicarse con su entorno y cambiarlo, de oponerse a la gravedad y vencerla con su propia virtud, de contrarrestar la fuerza que degrada a la materia física y mantener el cuerpo vivo en constante regeneración por mucho tiempo. Para todo ello en las plantas aparecen los huecos en forma de venas por donde circula la sabia y en ellas lo mineral se hace tan dúctil que puede absorber la luz y convertirse en vegetal. El carbón y el oxigeno que componen la madera son los mismos en esencia que los que encontramos en el mundo físico pero están bañados por la vida y eso les confiere propiedades tan nuevas como las enumeradas arriba o tan diferentes como la de combinarse con el oxigeno del aire para arder con llama y desprender luz y calor.

Cuando lo anímico (mundo de los instintos más o menos conscientes) se introduce en lo vegetal y es captado por él, este se convierte en carne y conducta animal. Aquella primera materia física se vuelve a sutilizar y se hace mucho mas dúctil y maleable y adquiere huecos mas profundos donde residen los pulmones e intestinos para interiorizar los procesos vitales característicos del reino animal. La vida se permeabiliza con el don de la conciencia del entorno y la conciencia desarrolla en los seres vivos el proceso sensorial para poderse manifestar. La luz desarrolla las flores en las plantas y la conciencia de la luz forma los órganos del ojo y el proceso de visión en los animales todo ello permaneciendo en un plano puramente instintivo y volcado hacia el exterior. Aquí todavía el cerebro como elemento direccional autónomo apenas existe y la cabeza es la continuación del cuerpo como las patas o las manos, o las garras y los cuernos.

Se me ocurre comparar estos cambios con los que existen en el mundo de las dimensiones. Tenemos un punto donde no existen, pero ese punto adquiere movimiento y aparece la línea. No es el punto quien crea la línea es el espacio tridimensional quien permite moverse al punto y diseñar en él la primera dimensión. Cuando la línea adquiere movimiento dentro del espacio es como si arrastrara la materia y esta proyectara una sombra que nosotros con nuestra imaginación podemos distinguir como superficie. Se ha creado una figura nueva donde las propiedades de la primera dimensión se han transformado. Lo mismo podemos imaginar con el movimiento de la superficie para que aparezca el volumen que es el espacio habitual donde todos nos movemos. Las tres dimensiones están inmersas en el espacio y lo conforman.

Ahora me pregunto ¿que pasa si movemos el volumen…? Aparentemente no pasa nada pero se me ocurre una observación clara: Para poder observar el movimiento de la línea y comprender este juego necesariamente he de encontrarme fuera de la primera dimensión. Solo si vivo en un mundo de dos dimensiones puedo estudiar y comprender el de una y si vivo en el de tres podré comprender y analizar el de dos… y así sucesivamente. Esto es claro, pero resulta que yo vivo y estudio el mundo de tres dimensiones perfectamente y se las leyes que lo rigen por eso (siguiendo el mismo razonamiento anterior extraído de mi experiencia) tengo que pensar que necesariamente, si yo comprendo el mundo de tres dimensiones es porque vivo en el de cuatro y esa cuarta dimensión yo creo que la podemos ver plasmada en el tiempo. Así puedo decir si muevo el cubo aparece el tiempo, o sea un cubo gastado por la acción del tiempo. El tiempo como una dimensión propia del alma o de la conciencia. Y ya hemos dado un salto cualitativo totalmente diferente hemos entrado en un mundo nuevo que podemos contemplar con los ojos físicos en sus efectos y con los ojos anímicos en su transcurrir.

Hilando ambas secuencias se puede ver que los tres reinos mineral vegetal animal viven inmersos en la naturaleza, la conforman como las tres dimensiones conforman nuestro espacio sensorio. Ellos son partes de la misma totalmente integrados en ella, mimados y cuidados por ella como el cerebro de cada animal esta totalmente inmerso en el cuerpo. Y ahora, igual que antes me pregunto ¿Que pasa cuando lo mental entra en el plano de los sentidos y es asimilado por ellos?

Cuando esto sucede la apariencia animal se transforma en el hombre y se forja el reino humano. Aparece un hueco nuevo, el cráneo, que alberga al cerebro del hombre, sede de lo mental. Entonces se desarrolla una facultad nueva que es la capacidad de encontrarse con uno mismo. Es la autoconciencia y con ella se desarrolla el sentimiento del Yo como un algo autónomo, independiente y apartado de la naturaleza, Es el momento del análisis material de las cosas, del pensamiento sometido al mundo de los sentidos y ahí esta el hombre y enfrente, la naturaleza (conteniendo los reinos anteriores) de la cual se ha desprendido.
Observar un niño recién nacido y compararlo con cualquier animal, el hombre esta ahí como arrojado en brazos de su madre sin apenas ningún recurso para defenderse. Mirad atentamente la posición del cráneo humano, esta colocado sobre el cuerpo, aislado de el, como flotando en el aire, tan solo atrapado por esa sujeción de la columna vertebral con la nuca. Capaz de moverse hacia arriba y hacia abajo para concebir la verticalidad, pero aun teniendo tan solo media circunferencia de giro como si por los sentidos solo le fuese permitido mirar toda la dimensión material del tiempo. Ahora soy capaz de comprender el ayer el hoy y el mañana como algo que me corroe y me mata y me aferro a mi propia existencia y cierro los ojos ante la muerte. Es un momento crucial porque es el hombre dominando la naturaleza con el imperio de la técnica como si fuera un rey pero en realidad separado de ella y sin poder adentrarse en lo profundo de su alma. El yo existe ya, la autoconciencia se ha puesto en marcha y se ha desarrollado lo suficiente para que el hombre se pregunte por si mismo pero a su alrededor no encuentra nada que le aporte la mas minima respuesta sobre la naturaleza de su ser y de su pensar porque aun le faltan las capacidades necesarias para ello.

Cuando lo espiritual (o sea el mundo Mental Universal tradicionalmente conocido por mundo de las ideas) penetra y es aceptado por lo mental sensorio este se transforma en alma Universal y comienza su aventura por el Espíritu, como en su momento la materia empezó su andadura por el mundo de Vida, y esta por el plano Animal y este por el Humano. El Hombre espiritual no solo utiliza todos los elementos Físicos Psicológicos y Mentales anteriores que desde el peldaño anterior lleva metamorfoseados dentro de si, sino que ahora es capaz de relacionarlos con el mundo que le rodea a través de la nueva visión universal que poco a poco se despierta en su Interior.

Así en el actuar anímico todas estas experiencias pasadas se recogen en las características de los cuatro temperamentos clásicos que experimentaba desde antes pero que solo ahora comienza a relacionar con el mundo externo: Así en el colérico predomina la acción del elemento sanguíneo a través del cual ejerce su influencia el propio Yo; en el temperamento llamado sanguíneo la influencia principal es ejercida por el sistema nervioso desde el que recordamos la vida animal; en el flemático actuamos, sobre todo, bajo la tónica del sistema glandular que es el recuerdo de nuestra experiencia vegetal y por ultimo en el melancólico nos movemos impulsados principalmente bajo el influjo de lo mineral que en nosotros actúa por el predominio de lo físico huesos y carne.
Aparece la posibilidad de Pensar sobre su propio pensar, Entiende un mundo nuevo de Arquetipos que da sentido hacia los otros planos. Aparece una nueva Conciencia que le abre los reinos de lo Espiritual como antes se le abrieron los reinos de la conciencia material. El pensar ya no es solo analítico y aislante y dual y separador sino que a partir de aquí puede encontrar el sentido de las cosas, comprender y solucionar el misterio de Muerte y Vida. Esta nueva situación le confiere tal ductilidad y maleabilidad a las facultades anteriores que ahora cada ser humano es capaz de salir de si y de comprender los motivos y la naturaleza del otro con quien se encuentre. La compasión y la empatía sensorial antigua se tornan en comprensión de la humanidad en su conjunto como unidad de Vida hacia el Espíritu. Así el hombre por medio de esta conciencia universal adquiere la capacidad de Re-Unirse con la naturaleza y por su propia voluntad Re-Unificar lo que antes había separado y enlazar de nuevo lo que de espiritual hay en le hombre con lo que de espiritual existe en el Universo.
Son muchos los caminos que buscan esta reunificación y desde diferentes ángulos: religiones, filosofía, ciencia, política. Pero de entre todos ellos yo elijo el de la observación de los cambios del tiempo. En realidad no se en que grupo acoplarlo y entiendo que es muy personal e insignificante, pero este es un camino que me sirve. Observar y sentir como influyen en el alma y como se desarrollan en el exterior las características de ese correr del tiempo que denominamos calendario del hemisferio Norte, es un tema que me produce satisfacción anímica y me esclarece bastantes cosas que me reconfortan y es la primera esa comprensión maravillosa de la globalidad y de que todo esta en todo y todo es influido por todo y precisamente por eso lo escojo y lo estudio de la siguiente manera:

En la tierra la vida exterior a mí se desarrolla por medio de dos movimientos: La expansión y la concentración. Así la Semilla la veo como un árbol concentrado y el Árbol como una semilla expandida. El planeta Tierra, como ser vivo, y el hombre, igualmente se rigen por esos mismos movimientos aunque con efectos diferentes y estos los podemos comprobar en las estaciones:
Invierno: La tierra se contrae en si misma, a lo vegetal se le cae las hojas o detiene su metabolismo, la sabia para, los animales hibernan…etc. En cambio el Sol comienza a ganar altura y horas a la noche. Cada vez se aleja más de la tierra.
El hombre se contrae en su interior, se encoge y ejercita como actividad principal su pensar (curso escolar, empresarial,…etc.). Mas pensar es desarrollar aquello que es propio del hombre: su naturaleza espiritual como hemos visto antes.
Entonces podemos decir que así como la tierra en su fase de concentración se aleja del Astro Rey y su Motor, que es el Sol, en el hombre este mismo movimiento le acerca al Espíritu que es su rey y su motor. Comparando ambos resultados puedo decir que la tierra se concentra en si misma mientras que el hombre se expande hacia el Espíritu, hacia su autentico Ser, el mundo de las Ideas, el Sol del Alma.
El mismo movimiento Universal produce en la tierra la concentración en si misma, aislamiento de su sol y en el Alma humana provoca expansión hacia el espíritu y unión con cuanto le rodea por medio de la comprensión del pensar.
Verano La tierra emerge de si misma y se expande hacia el sol. Todos sus habitantes explosionan y desarrollan sus materias físicas. Aparecen los frutos, las crías… etc. Es como si todo elemento terrícola se expandiera por los aires…Mas esta expansión cósmica produce, en el Alma del hombre, un caer en el mundo de los sentidos, un apartarse de su Sol espiritual para refugiarse y concentrarse en el mundo sensorial, en sus funciones más terrenales. Basta recordar nuestras actividades y nuestros impulsos veraniegos para entender cuanto digo.
Entonces, si observamos los dos movimientos descritos en ambas estaciones comprobaremos que a la expansión terráquea propia del verano le corresponde una concentración del alma en el imperio de los sentidos; mientras que a la concentración terrestre propia del invierno le corresponde en el Alma una gran expansión en el mundo del espíritu por medio de su pensar.
Así decimos: INVIERNO: Desarrollo del pensar
VERANO: Desarrollo de la sensación y sus derivados….
Pero… ¿Que pasa en PRIMAVERA Y OTOÑO?
Que ambos son los interregnos, los tránsitos. En primavera el rebrotar del mundo rompe la tranquila meditación invernal, despierta la inquietud del alma y esta se torna sentimiento de impaciencia. Así como todo a mi alrededor crece y pasa de la ausencia de formas físicas (típica de la apariencia invernal) a la gran manifestación de las flores, hojas y frutos (que llegara a su culmen en el verano) y todo es un correr, fluir y metamorfosearse, así el alma baja rápidamente desde las alturas del pensar, ( de quietud aparente pero de intensa actividad interna) hasta la concentración y adormecimiento en los sentidos pero a ese adormecimiento interior le precede ahora la impaciencia, emoción y sentimiento a flor de piel.
La ansiedad se torna en un callejón fácil de transitar a no ser que el hombre individuo, se detenga, pare la impaciencia y, con su meditación imaginativa, comprenda que hoy, en el pedúnculo de cada hoja, viene escondido el mismo otoño que algún día lejano se extenderá por la tierra.
En otoño sucede el fenómeno contrario. Todo decae a nuestro alrededor. El Sol lleva ya mucho tiempo menguando y en la medida que se obscurece la luz se acaba el dominio de las sensaciones, el hombre vuelve a percibir como en su alma se despierta el pensar y pasa de la molicie adormecedora del verano a la inquietud producida por el sentimiento de que todo se acaba. Aparentemente así es, todo lo que alcanza nuestra vista lo canta. La maravillosa manifestación sensoria del mundo vegetal suena a despedida, al último canto del cisne. Entonces la nueva actividad interior y la contraria por la que se desliza lo exterior provocaran el sentimiento de melancolía tan característico de la estación.
Este sentimiento de melancolía se precipitara por el torrente de la depresión si el Alma no es capaz de armarse de coraje y hacer frente al transcurrir de tiempo asimilando los procesos y observando como dentro del otoño se encuentra la primavera agazapada en cada yema como en la primavera nace el otoño con cada hoja.
Como resumen se me impone el convencimiento de que toda esta en todo y de que cuando a nuestra vista la expansión es manifiesta, la imaginación puede ver la concentración oculta dentro de aquella. Y a la inversa, cuando la concentración se muestra al exterior la imaginación encuentra el germen de la futura expansión en sus entrañas. Basta observar las plantas para entenderlo.
Haciendo un cuadro resumen de las actividades mas naturales y mas apropiadas que se producen en el Alma dentro de cada estación diremos: EN INVIERNO, EL PENSAR; EN VERANO, PERCEPCION SENSORIAL; PRIMAVERA ACTIVIDAD IMPACIENTE; OTOÑO, SENTIMIENTO DE MELANCOLIA Y PENA.
De acuerdo con estas tendencias las tareas que ha de mantener el alma para conseguir su equilibrio serian:
EN INVIERNO: Calentar el pensar, esto es bajar el pensamiento al corazón y dejar que nazca en el Alma, el sentimiento de navidad antes de actuar.
EN VERANO: Despertar la intuición necesaria para comprender que todo cuanto me rodea algo mas que materia. Que rigiendo el proceso de todo ser hay un espíritu plasmado en eso que los humanos llamamos leyes y que nosotros con nuestra veneración y reconocimiento hemos de liberar.
EN PRIMAVERA: Observar el crecimiento y actuar con nuestra voluntad sin apegos. Aceptar lo que llega dejar marchar lo que se va porque todo esta perfectamente diseñado.
EN OTOÑO: Alimentar el coraje para remontar el vuelo sobre el mundo que se cae. Luchar con generosidad sin apetecer los resultados, esto es sin Pedir ni Reusar nada, sino solo dando gracias y entendiendo que todo cuanto nos viniere nos viene dado por una Dirección Universal llena de Sabiduría.
Evidentemente en cualquier tiempo, en cualquier estación de estas, se pueden hacer otras muchas cosas pero, para mi, procurar alimentar estos pequeños estados en cada una de las épocas ya me es tarea mas que suficiente además de muy grata. Por eso las expongo aquí pero entiendo que otro que trabaje todo estos elementos podría encontrar otras mil maneras de expresarlo y de vivirlo y todas ellas igualmente positivas y a eso aspiro para poder compartirlas con vosotros como yo he hecho en este espacio.


2 comentarios to El Hombre, la Evolución y las Estaciones.

  1. says:

    Anónimo En cien años mas no surge una refleccion de esa naturaleza.

  1. says:

    marcela otero Soy del trópico, donde no tenemos estaciones, donde unas ciudades son muy calientes y otras muy frías todo el año. Vivimos de chorro el año entero, sin pausas, sin esos cambios maravillosos de la tierra y del espíritu. Viví en Francia 5 años y las estaciones me transformaron. Me hicieron comprender todo lo que aquí expones y entender que, tal vez, nuestra "locura tropical" se debe a la falta de estaciones.

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